Diálogos entre saberes, prácticas y territorios del arte, diseño y la cultura

En el libro II de la colección interdisciplinaria las tramas de la cultura tienen una trenza muy larga, que incluye en su devenir, los cruces disciplinarios y los movimientos temporales de la humanidad. Es cierto que hay elementos que se mantienen sincrónicos, y que gracias a ello los sentidos de identidad buscan la reafirmación de las formas en las que: arte, diseño, turismo buscan establecer criterios discursivos. El sostén sobre lo “propio” o “suyo” dialogan los distintos criterios de la conformación de las ideas de la creación. Este libro nos habla de estos aspectos y trata de responder la eterna pregunta sobre lo que es la identidad. Nos cuenta y analiza lo que vemos, usamos y pensamos cada día y tambien lo que no vemos, no usamos y no pensamos. Nos permite ver, usar y pensar por tanto sobre lo nuestro entre todos y frente a la mirada de otros.

Todos estos temas parten de un Image determinado por lo contemporáneo. Cada una de estas discusiones no estan alteradas por la encriptación de la cultura sino por un lenguaje temático universal que puede ser retomado desde cualquier sitio, pensamiento, cultura o religión. Este libro agrupa cinco visualidades estructuradas como: hegemónicas, fabuladas, espaciales, cosmogónicas y sostenibles que detonan debates, hipótesis y puntos de vista. Parafraseando la idea de la visualidad hegemónica como concepto utilizado por los autores del primer capítulo; podemos entender que no solo se puede crear el imaginario visual urbano con el reconocimiento de lenguajes propios, sino reconstruir la mirada frente a lo que puede ser homogéneo. La defensa de lo singular es un tema que en el mundo del arte y el diseño contemporáneo no es sobrepasado por la estandarización de la cultura sino por los procesos transculturales de la misma.
La fabulación de la visualidad forma parte de los procesos en la que los humanos han creado imágenes. Estas imágenes no solo son visuales tambien son verbales, de ahí que la crónica, como literatura popular, establezca una relación profunda y sistemática entre lo ocurrido y lo que queremos que ocurra cuando narramos los hechos. Por tanto la construcción de esos imaginarios visuales y verbales denotan en sus descripciones las correspondencias con una fabulación colectiva que ha sido aceptada a través de los tiempos.
La visualidad espacial tiene entre sus principios la ubicación estética y necesaria (entiéndase por ello útil) del objeto y la mirada. Los elementos en el espacio urbano cumplen con una doble función: ser utilizados por un público que debe responder al objeto bajo los principios inherentes de su uso o como objeto de contemplación. Sin embargo, el espacio público contemporáneo es redefinido constantemente por las distintas necesidades del habitante de ese espacio. El asiento público es diverso en sus usos y es modificado por el usuario según sus hábitos, costumbres, necesidades y cultura. No solo es determinado en su utilidad confortable (reposo, descanso…) sino en ocio, activación sensorial (reflexiva interna o externamente). El objeto público debe ser ideológicamente neutro y flexible a su “domesticación urbana”.
Las cosmogonías, aunque con tendencia a la sincronización de sus estructuras, son diacrónicas en cuanto a su tiempo. Las miradas a los distintos quehaceres culturales son puentes reflexivos dentro de la investigación científica que ayudan a comprender o responder desafíos contemporáneos a los que la humanidad está sujeta. Lo científico va estructurando sus discursos sobre el pasado, no solo porque rompe paradigmas establecidos, sino porque esos mismos atisbos de razonamientos ancestrales o pretéritos abren nuevas posibilidades de resolución a lo que parece un sin-sentido. El agua como tema de enlace es uno de esos entramados interdisciplinarios que no debe ser visto desde un solo nivel de estudio. Las ciencias sociales abren este camino a la visibilidad de un asunto tan complejo como el cambio climático.
Lo sostenible, que no solo es moda sino modo dentro de la disciplina del turismo cultural, determina nuevos comportamientos en un estilo de visitante que busca la experiencia directa o el encuentro con “el origen”. La reflexión no es únicamente si este público sabe o conoce; sino si es capaz de respetar lo que ve, toca y escucha. Otra de las discusiones sobre lo sostenible es si este tiene un proceso circulatorio en las comunidades, es decir, si son beneficiadas en sus múltiples urgencias o si simplemente son una acuarela simpática y recreativa para miradas curiosas. Todo esto parece rememorar el siglo XIX cuando “el otro” extraño en sus costumbres, color y estructuras de pensamiento se convertía en el observado. El debate sobre el turismo, lo sostenible y la experiencia In Situ tiene aristas de amplio espectro debatible y definida como parte de los discursos que este libro nos muestra y cuestiona.